Relato #4: "Entropía positiva"

De acuerdo con la triangulación que habíamos realizado, el lugar se ubicaba a siete kilómetros. Decidí adelantarme, porque no quería perder más tiempo.

Mientras manejaba, me puse a reflexionar. La realidad estaba siendo muy diferente a como había imaginado que se desarrollaría el caso. Sin duda, era el más complicado que había tenido en mi carrera como detective, pero presentía que por fin lograríamos atrapar a los secuestradores.

No iba a permitir que siguiéramos siendo simples marionetas que actuaban conforme a lo que ellos querían. Esta vez tendríamos el control y, especialmente, el factor sorpresa de nuestro lado.

Me comuniqué con el padre, para ponerlo al tanto de la situación e informarle que habíamos localizado a Rodrigo. Antes de colgar, le reiteré que estábamos en la misma lucha y que haríamos hasta lo imposible para recuperar a su hijo.

Unos instantes después, arribé a un pequeño establecimiento. Las luces del interior estaban encendidas. Me pareció extraño, ya que supuestamente, el restaurante había cerrado de forma permanente.

Cuando ingresé, encontré el lugar repleto de personas. Me acerqué a conversar con una mujer, quien me comentó que estaba ahí porque había recibido una invitación para asistir a una ceremonia y a un ambigú como reconocimiento a su trayectoria laboral.

Comencé a pensar que nos habíamos equivocado con la ubicación. Sin embargo, mi instinto me decía lo contrario.

Miré detenidamente a todos los presentes. En su mayoría, eran hombres de aproximadamente cuarenta años y ninguno encajaba con la descripción que teníamos.

Me dispuse a recorrer todos los rincones del sitio. Junto a la cocina, observé una escalera que conectaba con una especie de sótano. Descendí hasta llegar a una puerta de color carmesí, que se encontraba cerrada por dentro.

Tomé la navaja que siempre guardaba en mi calcetín y logré forzar la cerradura.

Al abrirla, me quedé helado. No podía creer lo que estaba viendo.