Una tormenta de nieve azotaba la ciudad de San Isidro. Dentro de una pequeña vivienda localizada al sur, Raúl se dirigía a la cocina después de haber bajado las escaleras a toda velocidad; en su frente se podía observar una gota de sudor y sus constantes exhalaciones denotaban lo agitado que estaba. Al llegar, inmediatamente tomó un trapeador y varias servilletas. Cerró la llave del fregadero, misma que se había quedado abierta, pero no fue necesario que utilizara los artículos de limpieza, ya que la zona se encontraba seca.

De pronto, se escuchó un fuerte ruido, proveniente de la planta alta. Raúl se apuró en subir y al ingresar a uno de los cuartos, pudo observar a su hermano Samuel, situado de rodillas y con la camisa manchada de rojo. Junto a él, sobre la alfombra, se localizaba el cuerpo de la madre de Raúl, rodeado por un charco de sangre.

-¿Qué pasó? -preguntó Raúl, visiblemente consternado.

-Cuando entré, la encontré así; me acerqué a ver que tenía, pero no reacciona.

-¿Dónde está papá?, siempre suele ver la tele con ella a esta hora.

-No sé -pronunció Samuel, al tiempo que comenzaba a llorar fuertemente.

Mientras revisaban los signos vitales de la señora, entró el padre de Raúl, con el semblante tembloroso y un café en la mano izquierda. Justo detrás de él, venía la hija mayor de la familia, Nora, con una toalla en la cabeza.

-No respira -dijo Raúl, provocando el grito desaforado de los presentes.

Al día siguiente, el inspector López interrogaba a cada uno de los habitantes de aquella casa sobre la muerte de la señora Robles, con el fin de escuchar sus coartadas.

-Yo estaba en la cocina cuando escuché el sonido de platos rompiéndose. Al arribar, vi a mi hermano Samuel junto al cuerpo -dijo Raúl.

-Yo me estaba bañando y al salir, vi a mi papá correr hacia el cuarto y fui detrás de él -dijo Nora.

-Yo pasé a recoger la vajilla de la cena, que se encontraba en la puerta del cuarto. Cuando entré a darle las buenas noches a mi madre, me sorprendí al verla tirada en el suelo. Minutos antes, había escuchado bajar a alguien corriendo por las escaleras -dijo Samuel.

-Yo estaba con mi esposa viendo la tele, pero salí a comprar un café. Al volver, oí que alguien lloraba y rápidamente subí al cuarto. Cuando llegué, observé el cuerpo rodeado en sangre y mis dos hijos estaban junto a ella -dijo el padre de Raúl.

Tras oír los testimonios, el inspector se tomó la cabeza y resopló.